Galletas de limón

Galletas de limón

Aparte del chocolate, el limón es otro de mis sabores preferidos, así que cuando vi estas galletas no dudé en apuntar la receta para prepararlas en cuanto tuviera ocasión.

Son unas deliciosas galletas con suave aroma a limón, no demasiado dulces, perfectas para acompañar el café o merendarlas sin más.  Llevan muy poco azúcar, así que a quien le guste más dulce, sólo tiene que añadirle más.

Ingredientes: (para 24 galletas)

  •  240 g de harina de repostería,
  • 1 cucharadita de levadura química,
  • 120 g de mantequilla a temperatura ambiente,
  • 50 g de azúcar blanco,
  • un huevo grande (unos 70 g),
  • una cucharada de zumo de limón,
  • una cucharadita de agua de rosas o esencia de vainilla,
  • unas gotas de aroma de limón o ralladura de limón.

Para espolvorear:

  • Azúcar glacé.

Elaboración:

Tamizamos la harina junto con la levadura en un bol. Reservamos.

Aparte, en otro bol o en la amasadora, batimos el azúcar con la mantequilla hasta que se integren.

Después añadimos el huevo, los aromas y el zumo de limón y seguimos batiendo. Al principio puede coger aspecto de cortada la masa, pero si seguimos batiendo con fuerza o a máxima velocidad, se convertirá en una masa homogénea.

Una vez integrados los líquidos, añadimos la harina que teníamos reservada poco a poco a cucharadas con la máquina a velocidad lenta o a mano sin dejar de remover hasta conseguir que esté todo bien mezclado.

Recogemos un poco la masa en el bol con una espátula y la llevamos al frigo por una hora.

Precalentamos el horno a 180º C.

Sacamos la masa y formamos bolas de unos 20 gramos que depositamos en una bandeja de horno con papel de hornear bien separadas unas de otras para que no se peguen. Es una masa muy manejable.

Las aplastamos con la mano para darles forma de galleta.

Horneamos a 180º C durante unos 12 ó 15 minutos o hasta que las veamos doraditas por los bordes.

A mitad cocción le damos la vuelta a la bandeja para que se hagan por igual tanto las de delante como las de atrás.

Con un colador las espolvoreamos con azúcar glacé.

Las dejamos enfriar sobre una rejilla.

¡Y a comerlas!



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