Fartons
Un dulce muy apropiado para la época de calor, ya que se suele utilizar como acompañamiento a una horchata o limón granizados, que están bien fresquitos.
El origen de este bollo nace en la familia Polo, que tenía un horno en la plaza del pueblo (Alboraya), que decidió elaborar allá por los años 60 un dulce pensado para acompañar a la horchata, bebida de gran popularidad en la Comunidad Valenciana ya por aquél entonces.
Están muy buenos para mojar en la horchata como ya hemos dicho, aunque también se pueden comer solos o rellenos de crema de chocolate.
Ingredientes: (para unos 20 fartons de 20cm aprox.)
Para la masa:
- 300 g de harina,
- 50 g de azúcar,
- 1/4 cucharadita de sal,
- 1 huevo,
- 50 ml de agua,
- 50 ml de aceite de girasol,
- unas gotas de zumo de limón,
- 12,5 g de levadura fresca.
Para la glasa (opcional):
- 50 g de azúcar glacé,
- 10 g de agua.
Elaboración:
Mezclamos la harina con el azúcar, la sal y el huevo.
Añadimos el aceite junto con el agua y las gotas de limón.
Amasamos bien o con la amasadora o bien a mano, ya que es poca cantidad de masa. Cuando esté casi integrado todo añadimos la levadura y seguimos amasando hasta conseguir una masa homogénea.
Dejamos levar hasta que doble su volumen dentro de un bol, bien tapado con un film aceitado.
Cuando haya doblado su volumen dividimos la masa en bolas de unos 25g ayudándonos de la báscula.
Las dejamos reposar unos minutos. Vamos cogiéndolas y estirándolas con el rodillo hasta conseguir una especie de rectángulo de unos 20 cm de largo.
Enrollamos sobre sí mismos los «rectángulos» para formar unos bastoncillos.
Los colocamos sobre una bandeja de horno forrada de papel de hornear y los dejamos reposar hasta que doblen de nuevo su volumen en un lugar cálido. Yo los suelo dejar dentro del horno apagado.
Precalentamos el horno vacío a 180ºC y los horneamos unos 12 minutos o hasta que estén doraditos.
Dejamos enfriar sobre una rejilla y los espolvoreamos con azúcar glacé.
O bien mezclamos el azúcar glacé con el agua y pintamos con esta mezcla estando aún calientes los fartons.
Cuando más buenos están es recién hechos, ya que están ligeramente crujientes, los siguientes días se hacen algo más blanditos, aunque igualmente ricos.